Soy un Hijo de Dios. ¿Cómo iba a poder ser también otra cosa? ¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible? ¿De qué le sirve al bienamado Hijo de Dios lo que ha de morir? Sin embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allí no se han depositado pensamientos de miedo, ni se ha hecho de ello una parodia del amor. La neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo útil. Una vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado. No es que haya enfermado, esté viejo o lesionado. Es que simplemente no tiene ninguna función, es innecesario, y, por consiguiente, se le desecha. Haz que hoy no vea en él más que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para servir, que se conserva mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado por algo mejor.
Mi cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. Y lo que no ha sido creado no puede ser ni pecaminoso ni inocente, ni bueno ni malo. Déjame, pues, valerme de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que despertemos de todos los sueños que urdimos.
Comentario:
La identificación con el cuerpo que el Hijo de Dios sueña, nace de la confusión y la alimenta. Ésta confundido con respecto a lo que él es y a su Fuente. Y así le pide al cuerpo lo que no puede dar, y por ende sufre. El cuerpo es un medio y lo que se busca está más allá de él, no en él.
Mas en este sueño de cuerpos, se puede volver un símbolo donde el Hijo de Dios se encuentra con su hermano, para caminar juntos, unidos en un propósito común. El cuerpo no necesita ser negado, sino correctamente utilizado, y esto sucede aceptando la guía del Espíritu Santo. El ego lo utiliza como fin en sí mismo, completamente encadenado al deseo de obtener, y sólo el Espíritu reconoce una función más elevada, dedicada a tu liberación.