LECCIÓN 245. Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.

Tu paz me rodea, Padre. Dondequiera que voy, Tu paz me acompaña, y derrama su luz sobre todo aquel con quien me encuentro. Se la llevo al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al que tiene miedo. Se la ofrezco a los que sufren, a los que se lamentan de una pérdida, así como a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza. Envíamelos, Padre. Permíteme ser el portador de Tu paz. Pues quiero salvar a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a reconocer mi Ser.

Y así caminamos en paz, transmitiendo al mundo entero el mensaje que hemos recibido. Y de esta manera oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros predicamos la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.


Comentario:

No hay momento en el que no pueda entregar un pensamiento falso, para volver a estar al lado del Padre, bajo Su manto de Amor. Él está conmigo siempre, mas yo debo no olvidarlo. Esa es mi tarea hoy. Al recordar Su Presencia, recuerdo que estoy a salvo y que no hay nada que temer.

Sólo las ilusiones me separan de la verdad, pero las ilusiones no pueden hacer nada si las entrego al Espíritu Santo, quien me guía más allá de ellas. Hoy no conservaré ninguna ilusión, sino que las entregaré inmediatamente a mi Guía, para que Él me lleve más allá, hacia la luz que intentan ocultar.

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