LECCIÓN 359. La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana, toda aflicción queda reemplazada por la dicha. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error.

Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la creación sea Tuya. Hemos entendido todas las cosas erróneamente. Pero no hemos podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores. Lo que Tú creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre jamás. Esa es nuestra condición. Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los errores que hemos cometido no tienen efectos reales sobre nosotros. El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos ser redimidos. Ayúdanos a perdonar, pues queremos estar en paz.


Comentario:

La paz renace en cada cambio de percepción con respecto a ti mismo y a tu hermano. En el reconocimiento de que la interpretación que estabas albergando en tu corazón no era la correcta, pues alguien ganaba y otro perdía, en ese mismo reconocimiento comienzas a aceptar el error, y por tanto la posibilidad de corrección. Tan sólo con solicitarla, ésta llegará, pues liberarte de los efectos del error es un regocijo para ti y para el mismo Cielo, que no sabe nada de errores. Sin embargo, la dicha refulge en los corazones liberados que el Cielo mismo acoge.

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