Quiero pasar este día Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días. Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo. Este día será Tu dulce recordatorio de que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy,
Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. Nuestra paz y nuestra santidad nos son restituidas. Hoy el miedo no tiene cabida en nosotros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones.
Comentario:
Y así disponemos nuestras mentes y corazones para recibir el Amor del Cielo, la Luz de Vida que emana desde cada pensamiento santo que pienso junto a Él. Cada ofrenda de la cual soy merecedor, se extiende desde mí hacia todos como un obsequio compartido.
En tus manos he de estar Padre, y no hay lugar más seguro ni más feliz, pues allí reside mi plenitud, y mi relación contigo es mi vida. Agradezco poder recordar esto, como mi liberación de toda falta, de todo miedo y dolor.