La frecuencia en la que estás vibrando es muy importante a la hora de comprometerte con tu propio despertar. No puedes mantener el conflicto entre pensamientos puros y pensamientos de ataque sin generar gran tensión. Que desees la paz y pienses de forma agresiva, te lleva a un lugar de mucha confusión en tu propio presente, por lo tanto, lo mejor es que en esos momentos, intentes sosegarte y encontrar quietud. Pues al deseo de paz hay que acompañarlo con todos los niveles de expresión que el ser encuentra en el tiempo. Pensamiento, emoción y acción se tienen que unificar en una resonancia en la que puedan efectuar una manifestación coherente.

La afinación de estos ordenes y el flujo que hay en ellos te brindará mucho más de lo que te puedes imaginar, pues a veces las grandes ideas e intenciones no son acompañadas por una expresión emocional y una acción coherentes, y la idea no logra su cometido, pues se diluye en las interferencias que el camino le impone. Ese camino eres tú y tus deseos conflictivos.

Las emociones son muy adictivas y las acciones muy inconscientes y automáticas. Cambiar las emociones que buscamos, es decir, las que nos nutren, nos dan fuerza y nos hacen «sentir la vida», es uno de los trabajos más complejos y a los cuales se requiere dedicar más tiempo. No solamente es necesaria la voluntad, sino también el deseo de transformación interna, que muchas veces llega por «desborde o agotamiento» de lo viejo. No hay emociones buenas o malas, o relaciones buenas o malas, todas cumplen una función, pero si es cierto que todas son para el aprendizaje. Cuando esta condición deja de cumplirse, es decir, las personas ya no tienen aprendizaje en ese vínculo, es necesario continuar, y por ende, finalizar esa forma de relación. El vínculo permanece, pero la forma cambia para adaptarse a las nuevas necesidades de aprendizaje de los involucrados.

Cuando finaliza un ciclo, se hace necesario una nueva batería de información, y ello ataña a las emociones también, pues las emociones ofrecen una información vital para el sujeto. Nunca van a ser diferentes a su forma de pensar, pero a medida que una cambia la otra lo expresa. El mundo emocional proporciona la energía del movimiento, y la acción es el movimiento mismo. La acción también debe purificarse de viejos patrones, de herencias familiares, para que refleje verdaderamente el momento presente de la persona. De lo contrario es solo un hábito, una reacción a los eventos, y por ende, no es algo vivo en sentido estricto, pues solo es un mecanismo que se activa con inteligencia básica de supervivencia. Para nosotros es muy importante que el nivel de la acción este lleno de nuestra emoción y de nuestro pensamiento, de esa forma la acción se vuelve completamente significativa para nosotros mismos, es decir, está viva.