Padre, la verdad me pertenece. Mi hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mía. ¿Podrían contentarme los sueños? ¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones? ¿Qué otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo creaste.
Hoy dejamos atrás las ilusiones. Y si oímos a la tentación llamarnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos elegir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. Y el amor reemplazará gustosamente todo temor.
Comentario:
Las ilusiones son intentos de substituir la realidad por una versión que se adapte mejor al entendimiento de tu propio ego. Ese entendimiento está seriamente limitado a lo que crees ser, mientras te percibes como un ego, y a cómo funciona el mundo, las relaciones y todas las cosas según su versión fragmentada y sin amor.
No puedes ser feliz en un lugar que está condicionado a repetir el pasado o evitar repetirlo, porque esas son las únicas opciones que el ego ofrece. Hazte a un lado con tranquilidad, y permite al Guía interno, ofrecerte una alternativa que trasciende las posibilidades que el ego signo para ti. Deja en sus manos lo que no puedes controlar, y simplemente mantente alerta en favor de la paz. Todo lo demás, se te dará por añadidura.