LECCIÓN 62. Perdonar es mi función por ser la luz del mundo.

Tu perdón es lo que lleva a este mundo de tinieblas a la luz. Tu perdón es lo que te permite reconocer la luz en la que ves. El perdón es la demostración de que tú eres la luz del mundo. Mediante tu perdón vuelves a recordar la verdad acerca de ti. En tu perdón, por lo tanto, reside tu salvación.

Las ilusiones que tienes acerca de ti y acerca del mundo son una y la misma. Por eso es por lo que todo perdón es un regalo que te haces a ti mismo. Tu meta es descubrir quién eres, al haber negado tu Identidad atacando a la creación y a su Creador. Ahora estás aprendiendo a recordar la verdad. Para ello, el ataque tiene que ser reemplazado por el perdón, de manera que los pensamientos de vida puedan reemplazar a los pensamientos de muerte.

Recuerda que en todo ataque apelas a tu propia debilidad, mientras que cada vez que perdonas apelas a la fortaleza de Cristo en ti. ¿Te vas dando cuenta, pues, de lo que el perdón hará por ti? Eliminará de tu mente toda sensación de debilidad, de tensión y de fatiga. Arrasará con todo vestigio de temor, culpabilidad y dolor. Reinstaurará en tu conciencia la invulnerabilidad y el poder que Dios le confirió a Su Hijo.

Regocijémonos de poder comenzar y concluir este día practicando la idea de hoy, y de usarla tan frecuentemente como nos sea posible en el transcurso del día. Ello te ayudará a que pases un día tan feliz como Dios Mismo quiere que tú seas. Y ayudará a aquellos que te rodean, así como a aquellos que parecen encontrarse lejos en el espacio y en el tiempo, a compartir esta felicidad contigo.

Tan a menudo como puedas hoy, con los ojos cerrados a ser posible, repite para tus adentros:

Perdonar es mi función por ser la luz del mundo.

Cumpliré mi función para así poder ser feliz.

Dedica entonces uno o dos minutos a reflexionar sobre tu función, y la felicidad y liberación que te brindará. Deja que pensamientos afines acudan a ti libremente, pues tu corazón reconocerá estas palabras, y en tu mente se encuentra la conciencia de que son verdad. Si te distraes, repite la idea y añade:

Deseo recordar esto porque quiero ser feliz.


Comentario:

Reconocer y diferenciar las ilusiones de la verdad es el primer paso, perdonar las ilusiones, es el siguiente, pues sin ello, las ilusiones se mantienen intactas. El perdón es una forma de reconocimiento del error y mediante el Amor de Dios, tan sólo se desvanece lo que nunca fue. El perdón es para las ilusiones, pues la verdad no requiere corrección. La mirada amorosa de Cristo, desvanece todo dolor, en el reconocimiento de la Verdad de Dios.

Deshacer la idea equivocada de estar solos y desamparados, compitiendo unos contra otros, a merced de un sin fin de situaciones que ponen en riesgo nuestra integridad, es sin duda, una forma de ver, que desconoce el Amor de Dios. Eso es lo que requiere corrección, lo que requiere perdón. Una visión sin amor, necesita el restablecimiento del amor, y el perdón, es ese puente, pues ve las ilusiones como lo que son, no las juzga, sino que simplemente acude a la luz para su corrección.

No busques «cómo perdonar», sólo estate dispuesto y solicita al Espíritu Santo la guía, para que las tinieblas de las ilusiones se disipen, y la luz de la verdad llegue nuevamente a tu mente, mostrando el camino hacia la liberación del dolor. Se te guiará, pues no estás sólo.

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