«Nada que emprendas con propósito firme, con absoluta determinación y lleno de una feliz confianza, llevando a tu hermano de la mano y en armonía con el himno del Cielo, es difícil de lograr.»
Un Curso de Milagros
Que lleves a tu hermano de la mano no quiere decir que lo «sinches» para que vaya contigo a la luz y a la paz. Más bien es para que en tu mente y en tu corazón abras un espacio para que él vaya contigo, y el salto de fe que tu das él lo recibe a través de ti.
No se trata de evangelizar o cambiar al otro para «su mayor bien», sino que en tu mente no lo abandonas, no lo dejas atrás, y por ende allí él/ella recibe todo tu amor porque le das todo tu amor. En el nivel de la relación sin embargo, tú das lo que él/ella te pide, lo que él/ella está dispuesto/a a recibir.
¿Cómo te das cuenta de lo que te pide ahora? Escuchando. No es lo que tú quieras dar sin tener en cuenta lo que él/ella quiera recibir. Lo que tu deseas dar lo darás, pero sin infligir el hermoso límite de la libertad del otro. Quien esté listo para recibir, aparecerá para que tú lo puedas dar. Sencillamente porque lo que das y lo que recibes viene de más allá de ti (si es amor genuino) aunque se manifieste y pase a formar parte de ti. Hay una inteligencia superior que se encarga de ese dar y ese recibir.
En tu mente lo das todo, en la relación, lo que la relación naturalmente «solicite» para el avance de ambos.
En tu mente lo das todo, en la relación, lo que la relación naturalmente «solicite» para el avance de ambos.
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