El final del sufrimiento no puede suponer una pérdida. El regalo de lo que lo es todo tan sólo puede aportar ganancias. Tú sólo das. Nunca quitas. Y me creaste para que fuese como Tú, de modo que el sacrificio es algo tan imposible para mí como lo es para Ti. Yo también no puedo sino dar. Y así, todas las cosas me son dadas para siempre. Aún soy tal como fui creado. Tu Hijo no puede hacer sacrificios, pues es íntegro, al ser su función completarte a Ti. Soy íntegro por ser Tu Hijo. No puedo perder, pues sólo puedo dar, y así, todo es mío eternamente.
La misericordia y la paz de Dios son gratuitas. La salvación no cuesta nada. Es un regalo que se debe dar y recibir libremente. Y esto es lo que vamos a aprender hoy.
Comentario:
Nunca Dios te quitaría algo, porque Él es el que da, nunca te dejaría desamparado porque Él es el que crea en el amor, nunca permitiría el sacrificio, pues Él es el proveedor, y nunca se opondría a tu voluntad porque Él la creó. Si tu voluntad es soñar lo que Él no dispone, no se opondrá, mas tu no podrás evitar los efectos de tu decisión, porque es tu voluntad que así sea.
Evita continuar pensando en contra de la Voluntad de Dios, pues eso es lo único que te aleja y sumerge en un sueño de separación que no tiene sentido alguno. Necesitas un «corrector» que inspire en ti, la solución correcta que medie entre tu situación imposible y la verdad, y ese corrector y guía se te ha proporcionado. No pienses que hacer la Voluntad de Dios es difícil, más bien recuerda, que sólo Su Voluntad se hace. Todo lo demás son sueños circulares, que no hacen sino pasar una y otra vez por el mismo momento de pérdida, para poder reafirmar la identificación con el propio sueño.