LECCIÓN 330. Hoy no volveré a hacerme daño.

Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. ¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? ¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya propia. El Ser que Dios creó, no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecemos.

Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Contigo. Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.


Comentario:

La imagen que el Hijo de Dios forjó para sí mismo, con la cual se identifica, la forjó para poder soñar que era algo que no puede ser. En el sueño, necesita dicha imagen, de lo contrario, no podría soñar. Mas, el dolor y la soledad le acosan, pues es un sueño amargo. Aquello con lo que se identifica, intenta por todos los medios revertir el dolor, mas no por medio del despertar, sino corrigiendo el sueño.

Solo la Voz que habla por Dios, enseña el camino de salida, y le ofrece al Hijo de Dios, un sueño más dulce, de manera que desee despertar a la Verdad y dejar su falsa identidad. La belleza que ve, no es de este mundo, sino que simplemente se refleja en él. Así, comienza a ver más allá de sí mismo, hacia la Fuente de todas las cosas.

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