No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. Déjame aprender mediante mi experiencia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. Ésa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.
Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. Permítaseme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. Tú eres Tu Palabra. Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convicción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.
Comentario:
Aquel que llama, que pregunta, se dispone a escuchar, de lo contrario, si él mismo contesta, está anulando la posibilidad de una respuesta desde fuera de su propio marco de comprensión. La fe en este caso es necesaria, pues sin fe, la paciencia, la quietud, el silencio, es difícil de lograr. Más aún, la seguridad de que habrá respuesta, es sin duda una muestra de fe.
Dios no abandona, ni deja de amar un sólo instante. El Hijo, que se cree extraviado, necesita volverse hacia Su Padre. Pues no hay nada estable sin Él. Ni siquiera lo que aparenta ser sólido en este mundo, puede sustentarse sin la luz que el Hijo recibe del Padre. Ahora, el Hijo debe unirse a la Voluntad del Padre, llamando y escuchando.