El Hijo de Dios no tiene límites. Su fuerza es ilimitada, así como su paz, su júbilo, y todos los atributos con los que su Padre lo dotó en su creación. Lo que dispone con su Creador y Redentor se hace. Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente, y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo. Yo soy aquel a quien todo esto se le da. Yo soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre.
Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. Tu Voluntad no tiene límites. Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.
Comentario:
El ego intenta tomar el lugar del Hijo, y así reclama todos los regalos para él. Los quiere usar para sí, en beneficio de sus fantasías de necesidad y carencia, de modo que pueda contentarse con logros y éxito. Pero lo que Dios da, se lo da al Hijo, no al ego. Cuando te identificas con éste último, no puedes tomar los regalos, porque sencillamente, no están destinados para esa parte de la mente.
El Hijo acepta la paternidad del Padre, y por ende, se ve como una extensión de éste, no negando la Voluntad del Padre. Negar la Voluntad o la verdad, nubla la conciencia de unidad, y lleva a la mente al lugar de las ilusiones. «Yo soy aquel a quien todo esto se le da.» Es un reconocimiento de un hecho, no una interpretación.
Acepta al Hijo de Dios en ti, y aceptarás a Dios y sus regalos. Si te ves como un ego, te limitas y no puedes tomar lo ilimitado. Pide ayuda por tanto, para que tu Guía te enseñe a verte como el Hijo del Padre todo poderoso.