Dentro de mí se encuentra la Eterna Inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí para siempre. Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo disponer que ello sea diferente. Pues negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi voluntad tal como Dios la creó, y como es. Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real. Mas no tiene efectos. Dentro de mí se encuentra la santidad de Dios. Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él.
El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del pecado. Tu altar se alza sereno e incólume. Es el santo altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera Identidad.
Comentario:
Una vez que entienda que la función del miedo es velar el amor que hay en mí, podré ir más allá de éste sin titubear. No hay maldad en mí, sino tan sólo una idea equivocada acerca de lo que soy, la cual se sustenta en el propio miedo.
La separación fragmenta mi identidad y la vuelve algo que tengo que «encontrar». Mas ni la separación ni mi identidad están fuera de mí. Puedo atravesar las ilusiones que he forjado, todo pensamiento desprovisto de amor, y reconocer a mi Ser, sin mancha, sin tiempo y listo para amar.