Sólo puedo nublar mi santa vista si permito que mi mundo se entrometa en ella. Y no puedo contemplar los santos panoramas que Cristo contempla a menos que utilice Su visión. La percepción es un espejo, no un hecho. Y lo que contemplo es mi propio estado de ánimo reflejado afuera. Quiero bendecir el mundo contemplándolo a través de los ojos de Cristo. Y veré las señales inequívocas de que todos mis pecados me han sido perdonados.
Tú me conduces de las tinieblas a la luz y del pecado a la santidad. Déjame perdonar y así recibir la salvación del mundo. Ése es Tu regalo, Padre mío, que se me concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar Tu recuerdo, y el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste.
Comentario:
No permitas que las creencias del sistema de pensamiento del ego te persuadan. No las aceptes como «reales», sino como consecuencia inequívoca de identificarte con el ego. Nadie que crea estar separado puede pensar de manera diferente a como lo hace un ego.
Elige otra identificación, y verás cómo todo cambia, pues no puedes ver sino aquello que crees ser. El pasado se interpone a tu santa visión, pues lo usas como una fuente de negación frente a la Palabra de Dios. Abandona tales justificaciones, e ingresa en el instante presente, para recibir el regalo de tu inocencia y de tu santidad.