El perdón es el único regalo que doy, ya que es el único regalo que deseo. Y todo lo que doy, es a mí mismo a quien se lo doy. Esta es la sencilla fórmula de la salvación. Y yo, que quiero salvarme, la adoptaré, para regir mi vida por ella en un mundo que tiene necesidad de salvación y que se salvará al aceptar yo la Expiación para mí mismo.
Padre, ¡cuán certeros son Tus caminos; cuán seguro su desenlace final y cuán fielmente se ha trazado y logrado cada paso de mi salvación mediante Tu Gracia! Gracias a Ti por Tus eternos regalos, y gracias a Ti también por mi Identidad.
Comentario:
El perdón es la base del deshacimiento, pues todo lo que no es amor, tiene que ser des-hecho o reinterpretado a la luz del Amor. Las ilusiones tienen que ser des-hechas. Aceptar su falta de valor, es el simple reconocimiento de que no provienen del Amor eterno.
Sólo una mente que se unifica a sí misma, a través del perdón, reconoce su valor. El propósito del perdón es la restitución de tu plenitud, pues sólo el velo de la ilusión genera sensación de pérdida. Esta sensación se desvanece cuando la ilusión queda des-hecha. Y toda ilusión es una ilusión de ausencia de Amor. El Amor jamás puede estar ausente. He aquí el valor del perdón.