LECCIÓN 289. El pasado ya pasó. No me puede afectar.

A menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré contemplar el mundo real. Pues en ese caso no estaría contemplando nada, sino viendo lo que no está ahí. ¿Cómo podría entonces percibir el mundo que el perdón ofrece? El propósito del pasado fue precisamente ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. No tiene pasado. Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al pasado, el cual al ser perdonado desaparece?

Padre, no me dejes contemplar un pasado que no existe. Pues Tú me has ofrecido Tu Propio substituto: un mundo presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. He aquí el final de la culpabilidad. Y aquí me preparo para Tu paso final. ¿Cómo iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza que Tu dispusiste fuese el final de todos sus sueños y todo su dolor?


Comemtario:

Si permites que el velo del pasado se descorra, verás lo que Dios quiere que veas. De lo contrario, sólo verás el pasado repetirse una y otra vez. No es necesario huir del pasado, pues éste no se encuentra en ninguna parte, sólo en tu mente.

Aquietate, pues el miedo que produce la idea de volver a experimentar lo que ya pasó, evita que puedas decidir en favor de la paz. Eso no tiene porque ser así, a menos que insistas en traer lo que pasó al presente. Puedes perdonar lo que pasó, para así estar abierto a la luz del Espíritu Santo y no a la sombra del pasado.

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