LECCIÓN 287. Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

¿Adónde querría ir sino al Cielo? ¿Que podría substituir a la felicidad? ¿Qué regalo podría preferir a la paz de Dios? ¿Qué tesoro querría buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi Identidad? ¿Cómo iba a preferir vivir con miedo que con amor?

Tú eres mi meta, Padre Mío. ¿Qué otra cosa aparte de Ti podría desear? ¿Qué otro camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti? ¿Y qué otra cosa sino Tu recuerdo podría significar para mí el final de los sueños y de las substituciones fútiles de la verdad? Tú eres mi única meta. Tu Hijo desea ser como Tú lo creaste. ¿De qué otra manera, sino, podría esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi Identidad?


Comentario:

No busques en vano. No hay ídolo que pueda substituir la felicidad de reunirte con tu Padre celestial. Pues todo el olvido que conlleva la separación, es todo el sufrimiento, desidia y conflicto del mundo.

Dios no es algo ajeno, y sólo parece ser inalcanzable e inentendible para aquellos que lo buscan por un camino erróneo. No llegarás a Él con preguntas o dudas, sino con tu hermano, en gratitud y dicha, manso y humilde, colmado y sereno. ¿Es el mundo el que te puede ofrecer todo esto? Llegas a Él mediante Él. Escucha Su Voz en ti, llamándote y guiándote.

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