Se me ha prometido el fin de los sueños porque el Amor de Dios no abandonó a Su Hijo. Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegar. Pero en realidad sus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su lugar. Ahora él es libre. ¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?
Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su Hijo. ¿Me negarías, entonces, los regalos que me hiciste?
Comentario:
La prisión en la que creo vivir no tiene relación con la verdad, sólo con las ilusiones. Mis propios juicios me limitan y me confinan a un entendimiento conflictivo e impropio. Creer en ideas basadas en la pérdida o la carencia, el miedo y el ataque, no es una forma de encontrar paz, y sin paz no hay libertad.
No podré aceptar la Voluntad de Dios para mí, si no dejo de valorar ideas extrañas a su Voluntad. El hecho de que permita que tales creencias se acojan en mi mente, es el reflejo de que aún creo estar a merced del sueño que yo mismo fabriqué. Mas, esta creencia sobre mí mismo, sólo puede ser amparada si me mantengo en la soledad. Una vez acepte a mí Guía y su palabra, lo falso no tendrá valor ni efectos, y allí recordaré la paz que las ilusiones intentaban ocultar.