Padre, yo no me creé a mí mismo, aunque en mi demencia creí que así había sido. No obstante, en cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte de Aquel que me creó. Tu Hijo, Padre mío, Te llama hoy. Que recuerde que Tú me creaste. Que recuerde mi Identidad. Y que deje que mi impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mí mismo.
Ahora recordamos nuestra Fuente, y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera Identidad. Somos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el pecado. Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a los otros, y semejantes a Él.
Comentario:
Hazte un momento para reencontrarte en lo profundo de tu Ser, con esta información. Deja que llegue a todos los rincones de tu mente, e incluye todas tus percepciones. No dejes nada afuera. No excluyas ningún pensamiento, lleva todo ante el altar interior, para que allí mismo se purifique y sólo quede la verdad.
A ti, a quién Dios creó libre de miedo, en perfecta santidad y lleno de Amor, como extensión de sí mismo, sólo debe aceptar que sus ilusiones, ilusiones son, para liberar el camino del conocimiento de que la verdad es verdad, y sólo lo que Dios creó es verdad. Dios no te creó separado de sí mismo, ni diferente a Él, por tanto, acepta su paternidad, y tus ilusiones acerca de ti mismo, se desvanecerán cuál una sola.