Padre, hoy quiero oír sólo Tu Voz. Vengo a Ti en el más profundo de los silencios para oír Tu Voz y recibir Tu Palabra. No tengo otra oración que ésta: que me des la verdad. Y la verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir Contigo.
Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras palabras o acciones. Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma y luego los descartaremos. No deseamos las consecuencias que nos acarrearían. Por lo tanto, decidimos no conservarlos. Ahora se han acallado. Y en esa quietud, santificada por Su Amor, Dios se dirige a nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues hemos decidido recordarle.
Comentario:
Es en Su Amor y en Su Misericordia dónde logramos acallar los vanos estruendos que nos separan de la paz, y el silencio llega para acompañar y recibir con calma la verdad sobre nuestra Identidad. Sólo tengo que elegir Su Presencia.
Hoy decido que sea Tu Voluntad, la que reconozco como mía.