LECCIÓN 252. El Hijo de Dios es mi Identidad.

La santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda concebir ahora. Su refulgente y perfecta pureza es mucho más brillante que cualquier luz que haya contemplado jamás. Su amor es ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sí todas las cosas en la calma de una queda certeza. Su fortaleza no procede de los ardientes impulsos que hacen girar al mundo, sino del ilimitado Amor de Dios Mismo. ¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser!. Y, sin embargo, ¡cuán cerca de mí y de Dios!

Padre, Tú conoces mi verdadera Identidad. Revélamela ahora a mí que soy Tu Hijo para que pueda despertar a la verdad en Ti y saber que se me ha restituido el Cielo.


Comentario:

Tu identidad no depende de tu entendimiento actual. De hecho, está mucho más allá de lo que se puede concebir en el tiempo y el espacio, y sin embargo, te pertenece ahora mismo. Es a través de Su Amor, que puedes vislumbrar lo que significa. Abre tu mente y tu corazón a la luz infinita de Su Amor por ti, y no hagas nada más.

Mientras sigas pensando que lo ínfimo y lo limitado es lo que te rodea como mundo, y que lo que tú eres, es de igual constitución por ser parte de él, no podrás aceptar tu realidad espiritual, la cual trasciende todo concepto forjado en la sombra. No puedes pensar con la mente del ego, los pensamientos de Dios. Hazte a un lado y deja que se te muestre tu verdadero Ser.

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