Busco mi verdadera Identidad, y la encuentro en estas palabras: «Soy Amor, pues el Amor fue lo que me creó». Ahora no necesito buscar más. El Amor ha prevalecido. Ha esperado tan quedamente mi regreso a casa, que ya no me volveré a apartar de la santa faz de Cristo. Y lo que contemple dará testimonio de la verdad de la Identidad que procuré perder, pero que mi Padre conservó a salvo para mí.
Padre, te doy gracias por lo que soy; por haber conservado mi Identidad inalterada e impecable en medio de todos los pensamientos de pecado que mi alocada mente inventó. Y te doy gracias también por haberme salvado de ellos. Amen.
Comentario:
Acepto que mi voluntad es que Dios prevalezca ante el ego, la verdad ante las ilusiones y el amor ante el miedo. No importa cuán descabellado sea el pensamiento que aparezca ante mi, no hay nada que el amor no pueda curar, y no hay nada que la Santidad no pueda bendecir.
La inocencia que hay en mí es tan pura, que no puedo más que sentirme agradecido y abrirme a ella para saber lo que es, pues la he olvidado entre tanto pensamiento falso. Dios cuida mí verdadero Ser, y espera este momento para que yo lo acepte nuevamente como mí verdadera identidad. Ya no tendré miedo de renunciar a los juicios que me separan del Amor.