No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
(191) Soy el santo Hijo de Dios Mismo.
En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.
No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
Comentario:
Puedes dedicar tu tiempo y tu atención a las creencias que justifican la separación y tratar de refutarlas por medio de algún razonamiento, lo cual es siempre tedioso y te adentra por laberintos difíciles de atravesar. O puedes buscar la luz en ti, el reflejo de Su Amor en ti, y reconocer tu santidad. Así, estableces un punto de partida que te ahorrará interminables búsquedas.
Deja de buscar fuera lo que se encuentra dentro. No estás sólo, ni desprovisto de amor. La luz está contigo, y en ella, todas las respuestas y necesidades son satisfechas sin esfuerzo, pues sólo busca la gloria del Hijo. Deja a un lado toda creencia de insuficiencia, y acepta el Amor de Dios en tu corazón. Escucha, no intentes interpretar, escucha y recibe. Nada más es necesario cuando te estás abriendo a la luz, pues el resto lo hace ella misma.