Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.
¡Tu único problema ya se ha resuelto! Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción. Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. Has aceptado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución. Y puedes reconocer la solución porque has identificado el problema.
Hoy tienes derecho a la paz. Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. Asegúrate únicamente de no olvidarte que todos los problemas son uno Solo. Sus múltiples formas no te podrán engañar, mientras te acuerdes de esto. Un solo problema, una sola solución. Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.
En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar. Al haber reconocido el problema has reconocido la solución. La solución es inherente al problema. Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. Te has salvado.
Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. Cierra los ojos y recibe tu recompensa. Reconoce que tus problemas se han resuelto. Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. En esto reside la simplicidad de la salvación. Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.
Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. Di de inmediato:
Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.
Propongámonos no acumular resentimientos hoy. Propongámonos estar libres de problemas que no existen. Para lograr esto sólo se requiere honestidad. No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto.
Comentario:
Las ilusiones no tienen solución. Buscar solución para lo que es irreal, es creer que lo irreal puede ser real. Las ilusiones simplemente se abandonan por medio del perdón. Tu buena voluntad es necesaria, pues si aún confundes la ilusión con la verdad, estarás confundido también en cuanto a que camino tomar.
Hazte el tiempo que sea necesario para poder diferenciar una percepción falsa de una correcta, y elige la correcta. Donde hay paz y dicha, allí estarás eligiendo bien, mas, si aún el miedo y el conflicto parecen real, y te sientes tentado a percibir de acuerdo a ellos, toma un instante para reflexionar y reconocer que eso no puede ser lo que Dios quiere para ti. Por ende tiene que haber una alternativa, y tienes que pedirla para que se te muestre.
El perdón de las ilusiones es necesario. Pues las ilusiones sólo requieren la corrección que cualquier error requiere. No debes llevar la verdad frente a la ilusión y comparar cuál de las dos es más real y cierta, pues no podrás más que juzgar a la una y a la otra, y ello no te aporta entendimiento. La ilusión tiene que ser reconocida como tal por la falta de paz, de amor y la limitación que conlleva para toda la Filiación. Donde hay pérdida y ataque, culpa y castigo, hay ilusión. No requiere más contraste y verificación. Si en tu mente estas ideas persisten, es porque percibes falsamente y te has identificado con el ego. Lleva entonces la ilusión ante la Verdad, y deja que la Luz de ésta disipe la obscuridad que todo sueño alberga.
No intentes hacer de la verdad un contraste de la ilusión. En la verdad, la ilusión jamás existió y no hay comparación posible. Lleva el miedo ante el amor, y deja que éste simplemente desvanezca y remplace al primero. El amor no discute ni trata de forzar al miedo a ser otra cosa, tan sólo lo contempla en su amorosa visión, y la falta de amor que el miedo representa, llega a su fin.