LECCIÓN 23. Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque.

La idea de hoy describe la única manera de poder escapar del miedo que jamás tendrá éxito. Nada más puede lograrlo; nada más tiene sentido. Pero esta manera de escapar no puede fallar. Cada pensamiento que albergas da lugar a algún segmento del mundo que ves. Es con tus pensamientos, pues con los que tenemos que trabajar, si es que tu percepción del mundo ha de cambiar.

Si la causa del mundo que ves son los pensamientos de ataque, debes aprender que ésos son los pensamientos que no deseas. De nada sirve lamentarse del mundo. De nada sirve tratar de cambiarlo. No se puede cambiar porque no es más que un efecto. Pero lo que sí puedes hacer es cambiar tus pensamientos acerca de él. En ese caso estarás cambiando la causa. El efecto cambiará automáticamente.

El mundo que ves es un mundo vengativo, y todo en él es un símbolo de venganza. Cada una de las percepciones que tienes de la «realidad externa» no es más que una representación gráfica de tus propios pensamientos de ataque. Uno podría muy bien preguntarse si a esto se le puede llamar ver. ¿No es acaso «fantasía» una mejor palabra para referirse a ese proceso, y «alucinación» un término más apropiado para su resultado?

Ves el mundo que has fabricado, pero no te ves a ti mismo como el que fabrica las imágenes. No se te puede salvar del mundo, pero te puedes escapar de su causa. Éste es el significado de la salvación, pues, ¿dónde se encuentra el mundo que ves cuando su causa ha desaparecido? La visión ya tiene un substituto para todo lo que crees ver ahora. La hermosura puede iluminar tus imágenes y transformarlas de tal manera que las llegues a amar, aun cuando fueron forjadas del odio, pues ya no las estarás forjando solo.

La idea de hoy introduce el pensamiento de que no estás atrapado en el mundo que ves porque su causa se puede cambiar. Este cambio requiere, en primer lugar, que se identifique la causa y luego que se abandone, de modo que pueda ser reemplazada. Los primeros dos pasos de este proceso requieren tu cooperación. El paso final, no. Tus imágenes ya han sido reemplazadas. Al dar los dos primeros pasos, comprobarás que esto es cierto.

Además de usar la idea de hoy a lo largo del día según lo dicte la necesidad, se requieren cinco sesiones de práctica para su aplicación. Según miras a tu alrededor, repite primero la idea para tus adentros lentamente, y luego cierra los ojos y dedica alrededor de un minuto a buscar en tu mente el mayor número posible de pensamientos de ataque que se te ocurran. Conforme cada uno de ellos cruce tu mente, di:

Puedo escaparme del mundo que veo renunciando a los pensamientos de ataque acerca de ___.

Mantén presente cada pensamiento de ataque mientras repites esto, luego descártalo y pasa al siguiente.

Durante las sesiones de práctica, asegúrate de incluir tanto los pensamientos de ataque contra otros como los de ser atacado. Los efectos de ambos son exactamente lo mismo, puesto que ambos son exactamente lo mismo. Aún no reconoces esto, y lo único que se te pide de momento es que durante las sesiones de práctica los trates de igual modo. Todavía nos encontramos en la etapa de identificar la causa del mundo que ves. Cuando finalmente aprendas que los pensamientos de atacar y los de ser atacado no son diferentes, estarás listo para abandonar dicha causa.


Comentario:

Si miras con honestidad tus pensamientos acerca del mundo, verás que el mundo que ves es idéntico a ellos, un reflejo perfecto. Ahora, la inversión de causa y efecto que el ego hace, evita que seas consciente de tu papel en la fabricación de tales imágenes. El ego afirma que el mundo te enseña lo que éste es, cambiando por completo su papel. El Espíritu Santo te enseña que eres tú el que le dice al mundo lo que es, por la sencilla razón de que el «mundo» no puede pensar ni tomar decisiones, tú si. El mundo no tiene mente con la que pensarse, sino que es un efecto de la mente que lo piensa.

Mira tus pensamientos con claridad, y verás que todo lo que sucede confirma tu manera de ver las cosas. El ego intenta ocultar este hecho, pues es el momento en que puedes abandonarlo, eligiendo otros pensamientos.

El ego sólo sabe obtener, defenderse y atacar, formar alianzas para su seguridad y victoria, pero jamás ama sin pedir nada a cambio. Esto no es lo que deseas, porque jamás traerá paz, sino tan sólo un escenario de lucha y competencia. El ego es el símbolo del miedo y la separación, y siempre actuará motivado por ellos. Se te ofrece una alternativa, la cual reconoces naturalmente como cierta, aunque inmediatamente sueja la incredulidad. Puedes abandonar al ego y amar sin miedo, mas esto requiere que abandones la forma de pensar que sirve al propio ego.

Para ello, se te ha dado un Guía que te acompaña incondicionalmente, sin importar la forma del error, Él ya tiene la alternativa de paz. Abandona tu creencia en el ataque, y el te mostrará el amor que esa creencia ocultaba.

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