La idea de hoy es obviamente una continuación y ampliación de la anterior. Esta vez, sin embargo, además de aplicar la idea a cualquier situación concreta que pueda surgir, son necesarios también períodos específicos de búsqueda mental. Se te exhorta a que lleves a cabo cinco sesiones de práctica de un minuto completo cada una.
Inicia las sesiones de práctica repitiendo la idea en tu interior. Luego cierra los ojos y busca con minuciosidad en tu mente aquellas situaciones pasadas, presentes o previstas que susciten ira en ti. La ira puede manifestarse en cualquier clase de reacción, desde una ligera irritación hasta la furia más desenfrenada. El grado de intensidad de la emoción experimentada es irrelevante. Te irás dando cuenta cada vez más de que una leve punzada de molestia no es otra cosa que un velo que cubre una intensa furia.
Trata, por lo tanto, durante las sesiones de práctica, de no dejar escapar aquellos pensamientos de ira que consideras «insignificantes». Recuerda que no reconoces realmente qué es lo que suscita ira en ti, y nada de lo que puedas creer al respecto tiene significado alguno. Probablemente te sentirás tentado de emplear más tiempo en ciertas situaciones o personas que en otras, sobre la base falsa de que son más «obvias». Esto no es cierto. Es meramente un ejemplo de la creencia de que ciertas formas de ataque están más justificadas que otras.
Al escudriñar tu mente en busca de todas las formas en que se presentan los pensamientos de ataque, mantén cada uno de ellos presente mientras te dices a ti mismo:
Estoy decidido a ver a ___ [nombre de la persona] de otra manera.
Estoy decidido a ver ___ [especifica la situación] de otra manera.
Trata de ser tan específico como te sea posible. Puede, por ejemplo, que concentres tu ira en una característica determinada de alguna persona en particular, creyendo que la ira se limita a ese aspecto. Si tu percepción sufre de esa forma de distorsión, di:
Estoy decidido a ver ___ [precisa la característica] de [nombre de la persona] de otra manera.
Comentario:
La honestidad con la que realizas estos ejercicios te revela cuán profunda puede llegar a ser la división en tu mente. Es muy importante detectar tal cual se presenta y verla así y no de otra manera, a cualquier emoción que emerja con respecto a cualquier cosa. No debes tratar de «mejorar» o corregir un pensamiento o emoción. Tal cual se presentan, es la forma perfecta de reconocer lo que aún albergas en tu mente y realmente no deseas. ¿Quién desea conservar pensamientos de ira y dolor?
No hay nada de malo en estos pensamientos o emociones. No los juzgues. Sólo están mostrando el miedo que aún hay en ti, y es eso lo que deseamos trascender. El amor no juzga ni ataca. Si hay juicio, es que hay miedo. La única solución para el miedo es el amor. Por tanto, con estos ejercicios puedes ver la gran necesidad de amor que tienes, al albergar tal magnitud de pensamientos con miedo o ira.
Este reconocimiento no conlleva juicio, ni siquiera culpa, sino tan sólo deja que surja el deseo de cambiar, de ver las cosas de otra manera. No dejes que tu ego tome la observancia de tus pensamientos y los juzgue, tan sólo recuerda que esos pensamientos tienen que ser reconocidos como ilusión para ser entregados al Espíritu Santo, no para que los juzgues.