Hemos tenido hasta ahora una actitud bastante relajada con respecto a nuestras sesiones de práctica. Apenas hemos tratado de dirigir el momento en que debes llevarlas a cabo; el esfuerzo requerido por tu parte ha sido mínimo, y ni siquiera se te ha pedido que cooperes o que te intereses activamente en ellas. Este enfoque ha sido intencional, y ha sido planeado muy cuidadosamente. No hemos perdido de vista lo importante que es invertir completamente tu manera de pensar. La salvación del mundo depende de ello. Mas no podrás ver si te sientes coaccionado, o si te abandonas al resentimiento y a la oposición.
Ésta es la primera vez que intentamos establecer cierta estructura. No interpretes esto erróneamente como un intento de querer ejercer presión o fuerza. Deseas la salvación. Deseas ser feliz. Deseas la paz. No lo has logrado todavía porque tu mente no tiene ninguna disciplina, y no puedes distinguir entre la dicha y el pesar, el placer y el dolor, o el amor y el miedo. Ahora estás aprendiendo a diferenciar unos de otros. Y grande en verdad será tu recompensa cuando lo logres.
Tu decisión de querer ver es todo lo que requiere la visión. Lo que quieres se te concede. No cometas el error de creer que el pequeño esfuerzo que se te pide es una indicación de que nuestro objetivo es de poco valor. ¿Cómo iba a ser la salvación del mundo un propósito trivial? ¿Y cómo podría salvarse el mundo si no te salvas tú? Dios tiene un solo Hijo, y él es la resurrección y la vida. Su voluntad se hace porque se le ha dado pleno poder en el Cielo y en la tierra. Con tu decisión de querer ver, se te da la visión.
Los ejercicios de hoy consisten en que te recuerdes a ti mismo a lo largo del día que quieres ver. La idea de hoy implica tácitamente también el reconocimiento de que ahora no ves. Por lo tanto, cada vez que repites la idea, estás afirmando que estás decidido a cambiar tu estado actual por uno mejor, por uno que realmente deseas.
Repite la idea de hoy lentamente y a conciencia por lo menos dos veces por hora, y trata de hacerlo cada media hora. No te desanimes si se te olvida hacerlo, pero esfuérzate al máximo por acordarte. Las repeticiones adicionales deben aplicarse a cualquier situación, persona o acontecimiento que te perturbe. Puedes verlos de otra manera, y los verás. Verás lo que desees ver. Ésta es la verdadera ley de causa y efecto tal como opera en el mundo.
Comentario:
Un cambio de mentalidad implica una revisión total, y una elección total. No puedes conservar nada de lo que te hace infeliz, o nada de aquello que lleva a tu mente hacia el resentimiento y la culpa. Ninguno de esos pensamientos es digno de ti, y ninguno es verdad. La verdad proviene del Amor de Dios, y todo lo que no se ajusta a Su Misericordia, no puede ser lo que Él dispone para su Hijo.
Puede que creas que se te esté pidiendo que abandones recuerdos, relaciones, situaciones, pero no es así. La manera en que los ves es lo que tiene que cambiar, lo cual depende exclusivamente de tu forma de pensar y del valor que le atribuyes a conceptos erróneos, es decir, conceptos que has pensado separado de Dios y su Amor.
Se te ha brindado la guía del Espíritu Santo para transformar cada uno de los pensamientos que te causan dolor, y por tanto no te dejan ver. Lo que Dios dispone ya se ha cumplido, pero puedes estar ocultando este simple hecho de tu conciencia con ilusiones. No dudes en que tu deseo de querer ver te llevará mucho más allá de toda fantasía, pues cuentas con el amor incondicional de un Guía certero e infalible. Pide y se te dará. Pide lo que Dios dispone, y deja a un lado lo que no es digno del Hijo de Dios.