«Consagremos nuestras mentes a este propósito, poniendo todos nuestros pensamientos al servicio de la salvación. La meta que se nos ha asignado es la de perdonar al mundo. Ésa es la función que Dios nos ha encomendado. Y lo que buscamos es el final del sueño, no como nosotros queremos que dicho final sea, sino como lo quiere Dios. Pues no podremos sino reconocer que todo aquello que perdonamos es parte de Dios Mismo. Y así, Su recuerdo se reinstaurará en nosotros completamente y en su totalidad.»
Un Curso De Milagros. Lecciones finales. Introducción.