Estoy usando ideas todo el tiempo. Ideas que me definen y me posicionan en un lugar especifico con respecto a los demás. Ideas que me posibilitan actuar de una manera y no de otra, usando ideas para «valorar» a los demás, a una nación o a un sector de la sociedad como los políticos, los empresarios o los obreros. Uso ideas para justificar el amor por algo, o mi deseo de hacer algo. Uso ideas incluso para relacionarme conmigo mismo. Puede que me ame o valore más si cumplo con esta meta, o me relaciono con aquella persona. Estamos, ciertamente usando ideas.
Más allá de si son buenas o malas, simples o complejas, el punto central de esto está en el propósito, como veíamos en el escrito anterior. Volvernos plenamente conscientes de que en uno de los niveles de conciencia que habitamos, estamos usando ideas. Esas ideas pueden ser automáticas, basadas en creencias increíbles, cimentadas en el sufrimiento, en experiencias del pasado, o pueden ser un reflejo de una consciencia plena presente, es decir, libre. ¿Cómo se logra esto? Práctica, nada más y nada menos.
Todo el tiempo estamos practicando un sistema de pensamiento, el sistema que ofrece el ego o el que ofrece el Espíritu Santo (el Guía interior o Maestro interno). Estos sistemas son íntegros y completos en si mismos, no puedes usar una idea sin usar todo el sistema de creencias que apoya esa idea. Cuando estás en ego, estás usando todo el sistema de identificación, no solo una parte, aunque lo experimentes específicamente en un área de tu vida y no en otras. Todo el tiempo estamos usando ideas de separación y pérdida (basadas en el miedo) o de unión y completud (basadas en el amor). A su vez, cada uno puede identificar cuales son las ideas «más usadas» (patrones de comportamiento), los pensamientos o emociones que más alimentamos, o en los que recaemos con mayor facilidad.
Ahí es donde debes centrar tus esfuerzos de deshacimiento, ya que ahí mismo es donde aún no te has perdonado, o no has perdonado a otros de tus juicios limitantes. Allí es donde te defiendes contra el amor y no puedes ver la manifestación de su realidad. Esa es la parte de tu mente que requiere vigilancia. Si te defiendes contra algo o alguien, piensas que has sido o puedes ser atacado, has generado un enemigo, y sin duda, tarde o temprano, uno de los dos tendrá que sucumbir. Pero no estamos aquí para guerras, sino para dejar de tener miedo y fantasías de oposición con aquellos que reconocemos como nuestros iguales. Y te aseguro que todos somos iguales, no en la forma, claro está, sino en aquello que trasciende toda forma y no puede ser más que experimentado. Aún no hay lenguaje para ello. Aunque muchos se han acercado, tan solo han logrado compartir un destello de la inmensa luz por la que fueron rodeados.
Encuentra entonces tus pensamientos de ataque, separación y miedo, de culpa y castigo, todos ellos, las entrañas del sufrimiento, y llevalos ante la luz, donde puedas verlos para liberarlos. No puedes liberar aquello que no ves ni reconoces, pero una vez que dejas de negarlos, puedes simplemente verlos por última vez antes de entregarlos al Purificador de la percepción, y permitir su completa liberación. En ellos ves expresada tu falta de perdón, en ellos puedes reconocer tus tendencias de falta de confianza en ti, en tus hermanos y en Dios.
Escucha:
Ahora, escucha lo que sucede en ti. Escucha el sentimiento, la emoción, la preocupación, tu estado físico, escucha la vivencia, lo que está sucediendo a tu alrededor, quienes están a tu lado, escucha sin juzgar, tan solo escucha. Date un instante de plena receptividad para ver lo que sucede sin juzgarlo, para sentir desde tu Ser, el pedido, el llamado, lo que hace falta, lo que quieres dar. Ve más allá de la molestia, ve más allá de las apariencias del dolor y del problema y escucha cual es el pedido de ayuda, escucha cual es el pedido de tu alma, tan solo ahí, podrás usar una idea adecuada, una idea inspirada por Aquel que siempre está presente, esperando que escuches.
La guía es permanente, mas, nos hemos separado de todo, incluso, en ese ensimismamiento, nos hemos separado de nosotros mismos, y nos auto percibimos como fragmentos de un ser que puede sufrir y alegrarse tanto si sucede una cosa como otra. Tan sólo date un momento para bajar las defensas y escucha. Es lo único que se requiere, está es una gran práctica. Porque allí donde sufres, usas ideas «sufrientes», si no te permites el tiempo y atención necesarios para ver su propósito (porque también tienen un propósito, no hay nada al azar), no podras ver para qué están ahí, y por ende, no eliminarás su causa. Todas las ideas forjan una identidad, crean un sistema de justificación de mi pasado, presente y futuro.
El ego, necesita justificar su existencia, y te da las razones por las cuales debes creer en la realidad de la separación y el sufrimiento, mas, no olvides, estás usando sus ideas, y puedes usar otras. No necesitas justificar la realidad del amor, tan sólo compartirlo. No necesitas justificar la paz, ni tu deseo de que las condiciones «externas» estén en completa armonía con ella. Tan sólo sigue la voz que no requiere de justificaciones para ser.
Usa ideas brillantes, no evitando aquellas que no lo son, simplemente, deshacelas, perdonalas, y en su lugar, permite que la luz te muestre aquello que ocultaba. Toda idea de miedo, esconde un milagro, detrás de la limitación, está la expansión.