Todo objetivo que se precie de valor, requiere una preparación, una disposición. El estado de paz y felicidad son objetivos valorables, a los cuales podemos dedicar un cierto monto de nuestra atención, por no decir toda. Por ello surge la idea de entrenamiento, y más específicamente entrenamiento mental. Es una de las formas de preparación para el desarrollo y consecución de metas como las mencionadas anteriormente.
Es en la Mente, o algunos llaman Mente-Corazón, donde usted podrá lograr esos estados. No mediante objetos, relaciones amorosas que le ofrezcan el amor que cree haber perdido o que no encuentra en una sociedad indolente, o el cumplimiento de fantasías de éxito. Al final de la jornada, nada de ello satisfará realmente a su Ser. Incluso puede reconocer el «vacío» poco antes de conquistar la meta, lo cual sucede muy a menudo. Todo ello sin embargo, servirá como un medio para reconocer, posteriormente, la integridad interna, mediante el perdón.
Todo camino espiritual propone un entrenamiento. Hoy estamos llegando a un punto de aceptación, en el cual la búsqueda espiritual ya no es patrimonio de aquellos que se retiran del mundo para encontrarse a sí mismos. En este tiempo, estamos asistiendo a una apertura que requiere la manifestación de una espiritualidad genuina, donde me encuentro, haciendo lo que hago. Nadie dice que no haya cambios, ni retiros, ni “viajes al Himalaya”, solo que no podemos negar, que hemos descubierto que nuestra práctica espiritual no depende de condiciones externas, aunque las incluye y se sirve de estas. Los diferentes niveles de «escucha del llamado», deben estar contemplados. No todos cumplimos la misma función, o tenemos la misma inclinación. La convivencia de todas las posibilidades, es una necesariedad de nuestro tiempo y de la humanidad toda.
Qué la práctica y la comprensión llevarán a cambios, es seguro, ese es de hecho, su objetivo. Qué esos cambios tendrán reflejos muy concretos en diferentes aspectos de su vida, nuevas relaciones, trabajos, o nuevas prácticas o deseos, también es un hecho. ¿Qué sentido tiene comenzar un camino de transformación de la conciencia, si no hay cambios? Sin lugar a dudas, esos cambios, son no solamente positivos, liberadores, sino también, necesarios. No tiene que haber sacrificio involucrado, aunque algunos cambios, parecen conllevar sacrificio de algo que aún valoramos, aunque sepamos que no es plenamente beneficioso.
Nadie puede experimentar desarrollo y expansión, si está atado a miles de rituales y condiciones en relación a personas, quehaceres, situaciones, modismos, e infinitas proposiciones normativas que uno mismo acepta y se auto impone como un modelo del «buen vivir» o «buen comportamiento». Sin embargo, es poco probable que en su experiencia, no sienta resistencias, incluso a veces, fuertes embates que le impidan ver el beneficio de la transformación y el deshacimiento de estas cadenas conceptuales. Sin embargo, esto, no es más que un umbral por el que todo ser en desarrollo debe pasar.
Liberar al Ser de todo condicionamiento, es esencial en este camino, porque es con una mente libre, con la que podemos realmente experimentar una sensación de paz, y a su vez compartirla, liberando a otros. Éste es el propósito que impulsa la práctica. Liberar la mente. La mente no puede dejar de entrenar, porque no puede dejar de aprender o extenderse. Por ello es fundamental darle propósito.
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