«Las tenebrosas figuras son los testigos que traes contigo para demostrar que el Hijo de Dios hizo lo que no hizo. Puesto que las traes contigo, las oirás. Y tú que las conservas porque tú mismo así lo elegiste, no puedes entender cómo llegaron hasta tu mente ni cuál es su propósito. Representan el mal que crees que se te infligió. Las traes contigo sólo para poder devolver mal por mal, con la esperanza de que su testimonio te permita pensar que otro es culpable sin que ello te afecte a ti. Hablan tan decididamente en favor de la separación que nadie que no estuviese obsesionado por perpetuar la separación podría oírlas. Te ofrecen las «razones» por las cuales deberías entablar alianzas no santas a fin de apoyar los objetivos del ego y hacer de tus relaciones testimonios de su poder.»
Un Curso de Milagros. Cap. 17, III