Siempre eres tú, pero no lo tomes personal

No lo tomes personal, aunque todo lo que está sucediendo, tiene que ver contigo. Eres responsable de lo que ves. La integridad de tu mente, se ve amenazada por percepciones de fragmentación, sin embargo, siempre eres tú. No hay nadie ahí afuera, si realmente puedes aceptar la Unicidad de la mente de Dios, y por tanto, la del Hijo, no hay nadie afuera. Pero repito, no te lo tomes personal, porque tú no existes. Eres parte del error de percepción, tú identidad personal es un error de percepción, y todo lo que se construye a su alrededor también lo es.

¿Difícil de aceptar? ¿De qué crees que se trata todo esto? Todo lo que tiene que ver con un camino espiritual bien entendido, es acerca de trascenderse a uno mismo. ¿Cómo crees que eso se ve? ¿Ser mejor persona, ser una mejor versión de ti mismo? No, es para trascenderte, ser otra cosa que ahora no estas siendo, por lo menos plenamente.

Tal vez puedas superarte en algunos aspectos de tu vida, y ser mejor, más honesto y compasivo contigo y con los demás. Pero esto no es acerca de superación personal, es acerca de Dios (o la Divinidad, como te guste llamarlo). No es acerca de ti cómo humano, sino de Dios y su creación, Dios y su Voluntad. No es sobre tu humanidad, sino sobre tu divinidad. Y eso es algo que te fue dado, tú la recuerdas, pero no la generas.

Es en principio un misterio, si. Tiene que ver con el Amor, si. Ya no es tan misterioso, ¿verdad? Aunque la experiencia del Amor es un misterio (porque es infinita), ya tienes un punto por dónde comenzar. Dios no dejará de ser un misterio, pero tampoco algo desconocido. Dios es Amor. Coloca al Amor en un lugar al cual tu mente tiene que llegar, y posteriormente, desvanecerse, porque estás en Dios. Quieres inmediatamente buscarle concretud, darle alguna forma, describirlo, «entenderlo» en tu relación de pareja. Estás tomado por un hábito que no te deja ver. No es con los ojos del cuerpo, así como tampoco con el pensamiento habitual con el que puedes abordar esto. Por ello se vuelve tan difícil hablarlo con otros. Estamos intentando unir nuestra mente a la de Dios, y eso no tiene palabras. Las palabras son como el calzado que se deja fuera del templo, porque se entra descalzo, y tus pies tocaron algo que tu calzado no. Las palabras no están hechas para entrar a éste templo, pero te llevan hasta la puerta.

Deja que toda la información a tu alrededor te hable de ti, reconoce a tu ego hablando, reconoce al Espíritu Santo hablando, y elije. No permitas que las piezas desordenadas de tu obra te confundan con el movimiento, sigues siendo tú hablándote a ti mismo. Es tu conciencia desplegándose. Unificate. Eres tú cómo conciencia manifiesta, mas, puedes continuar, dar un paso más.

Si, más allá de las dudas, en la experiencia plena, eres Luz. Deja que la Luz corrija los errores de percepción. Deja que la Luz rearme tu manifestación consciente. Al punto de que por fin, te darás cuenta, por medio de una experiencia, que esa luz eres tú mismo, fuera del tiempo, reorganizando los últimos detalles antes de la fiesta.

¿Creías que la Luz provenía de fuera? ¿De fuera de qué? ¿De fuera de Dios, o de su Hijo que es uno con Él? Pero claro, aún te estás reunificando y existen partes de ti que aún no puedes integrar plenamente como tuyas. Cuando lo hagas, dejaras de existir como ente separado, y podrás ver que lo eres todo. No serán palabras, ya no más. Es experiencia. La última tal vez.

Recomendación para ampliar esta lectura: El milagro como corrección (1) Aprendizaje-sanación

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