«El amor es extensión. Negarte a dar un regalo – por insignificante que sea – es no conocer el propósito del amor. El amor lo da todo eternamente. Si retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece, pues has pedido que un substituto ocupe su lugar. Y ahora la pugna – el substituto de la paz – no puede sino acompañar a la única alternativa que puedes elegir en lugar del amor. El que la hayas elegido es lo que le confiere toda la realidad que parece tener.»
Ucdm. Cap. 24, s. I